Thursday, August 9, 2007

Ciudad




Hay un lugar y unas condiciones geográficas. Pero lo que importa es la trama. Si me sufro la ciudad o me la gozo, ha de ser por las relaciones que establezco con sus habitantes. Eso incluye el modo en el que los evito. La forma en la que no me asomo a la esquina.
Tu ausencia le da sentido a estas marcas en la acera y a esa escritura nerviosa en las paredes. Como si fueras de piedra, me digo, de modo que no te defines por ti misma sino a partir de los efectos. ¿Y cómo es que la piedra produce lo efímero? ¿Cómo es que el espacio no es igual contigo?
El perro sale del callejón alejándose de las señas de su orín. Me saluda: imagina esta ciudad, me dice, que no es producida por el espacio ni por el tiempo. Sigue su camino. ¿Es cínico el mejor amigo del hombre?
Me detengo a mirar la avenida. No estás en la trama. Poco a poco desaparecen las señales. La esquina se va evaporando. Ladro un poco a las piedras, a las paredes. ¿Todo lo sólido se desvanece en el aire?
¿Te das cuenta? Estoy muy cansado para pensar en la colectividad o para afirmar que aquí hubo un cierto proyecto moderno y, por (d)efecto, nada es moderno. Esto que llamamos ciudad, ¿no tiene una suerte de estrechez provinciana? Aquí hubo un cine, y más allá otro. En esta calle hubo una masacre y el tiempo se encargó de limpiar la sangre. Sin embargo, en este lugar todo se sabe porque todo se ve. Igual, no pasa nada que no sea el tiempo. Si esta es nuestra ciudad, la forma de pensarnos, ¿es posible otro modo de cruzarla sin pasar por la farsa y el olvido? Es todo lo que tengo que decirte. Perdona que no te muestre los colmillos.